En el siglo XVI existían en la Ciudad de México, capital de la Nueva España, diversos hospitales encargados de la atención de enfermos; pero había un grupo considerable de la población, los negros, mestizos y mulatos, que por diversas razones no encontraban albergue en ellos.
En 1582, un gran filántropo, el licenciado en medicina don Pedro López, enterado de esta necesidad, fundó un hospital para su atención. El primer nombre que se le dio, Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados, fue reflejo fiel de la situación que guardaba ese grupo de enfermos.
Compuesto de dos salas, una para hombres y otra para mujeres, así como de una pequeña ermita, se destinó al mismo tiempo al cuidado de los niños expósitos, sesenta años antes de que San Vicente de Paul pusiera los niños desvalidos de Francia en manos de las grandes damas de París y doscientos años antes de que el Arzovispo de México, don Francisco Antonio Huitrón y Lorenzana, fundara la Casa de Cuna.
Es importante hacer notar que es justamente en el Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados, donde, desde la época de su fundación, se formó la primera Asociación de Damas para ayuda de los enfermos.
Desde el año de 1582 hasta 1624 permanece bajo el cuidado devoto de don Pedro López, primero y de su hijo, después. El 25 de febrero de 1624, los hermanos de la Orden de San Juan de Dios "tomaron posesión quieta y pacífica" del hospital, iniciándose así la época más importante de su historia.
Construyeron un nuevo edificio para el hospital, el convento y el templo y con sus desvelos y conocimientos, elevan el rango de la institución hasta hacerla ocupar el primer lugar en América. Para dar una idea de los servicios que prestó, debe decirse que durante la peste que azotó a México en los años de 1736 a 1737, se atendieron en seis meses, 9,402 enfermos. Los medios para sostener el hospital los obtenían recorriendo la ciudad, de puerta en puerta, implorando la caridad pública.
Por diversas circunstancias, en 1820, después de dos siglos, el hospital deja de estar bajo el cuidado de los juaninos. Vivió entonces la peor época de su historia; basta decir, tal como se asienta en la leyenda del retrato de su director, don Mariano Alarcón (1835), que llegó a tener ocho camas solamente.
Un suceso importante en la vida de los hospitales de México vino a iniciar su nuevo florecimiento: la llegada de la Orden de las Hermanas de la Caridad. Fue en el año de 1844 cuando el hospital queda bajo su cuidado.
Durante el gobierno del Archiduque de Austria y como consecuencia de la reglamentación de la prostitución, se le dedicó a la atención exclusiva de enfermas con padecimientos venéreos (1864). Las Hermanas de la Caridad permanecieron en el hospital hasta el año de 1874. Al año siguiente, recibe el nombre de Hospital Morelos y es en esta época, cuando se inicia su verdadera consolidación científica y técnica, bajo el sabio impulso de los doctores Gazano y Macías.
Siendo un hospital para prostitutas, según reglamentación de 1865, se inició la cirugía ginecológica entre 1900 y 1910, auspiciada y dirigida por el Dr. Ramón Macías.
En 1914 el diputado Querido Moheno pide que se quite el presupuesto al hospital y a la Inspección de Sanidad, por considerar infamante e inhumano el control e inspección de las prostitutas. Pasa entonces el edificio del hospital a manos de la Junta de Damas Católicas, quienes lo convierten en hospicio y asilo para papeleros y mendigos y se transforma casi inmediatamente, por necesidades de la Revolución, en hospital de sangre.
Entre 1914 y 1930 se implanta la cirugía vaginal, se sustituyen a las enfermeras prácticas por enfermeras tituladas; se generaliza la raquia y se inicia el uso del Salvarsán; se funda la sala de maternidad y en ella se imparte la cátedra de obstetricia de la Escuela Nacional de Medicina; se completa la lavandería y se construye un depósito de cadáveres.
De 1930 a 1940 se restauran la fachada, el pórtico y columnas del patio interior; los pisos de ladrillo y losa se cambian por pisos de mosaico. Se hacen reparaciones a las diferentes salas, particularmente la de operaciones y se establece un gabinete dental y al laboratorio de análisis clínicos, así como a los talleres para enfermeras.
En 1940 se deroga la Ley de Reglamentación de la Prostitución y el hospital deja de ser hospital para prostitutas y pasa a ser hospital para enfermedades venéreas, tanto para hombres como para mujeres.
En 1947, se instala un servicio de radiodiagnóstico y un año más tarde se convierte en hospital general, de libre concurrencia para mujeres.
En 1949, se inaugura un servicio de cancerología y un departamento de citología para la detección del cáncer, que tiene un principio muy modesto, pero que fue la base del actual servicio de cancerología.
En abril de 1950 se inicia un curso piloto de ginecobstetricia para estudiantes de la Escuela Nacional de Medicina, impartido por los médicos del hospital y en noviembre de ese mismo año se lleva a cabo la organización y apertura de un servicio central de equipos y abastos.
En 1952, se establece un banco de sangre y en 1954 se inauguran el servicio de radioterapia con un aparato de 250kw y el laboratorio de anatomía patológica.
En 1956, se creó y organizó un cuerpo de médicos residentes.
En 1957, se inicia la reconstrucción de algunos de sus servicios y en consideración al hecho de que este hospital se ha dedicado desde los tiempos coloniales y casi en forma ininterrumpida, a la atención de mujeres enfermas, se le pone el nombre de Hospital de la Mujer Dr. Jesús Alemán Pérez. Se convierte así en un centro tocoginecológico que imparte atención médica en diferentes especialidades.
Este mismo año se establece el servicio cardiovascular y se amplía el servicio de anestesiología para que preste servicio durante las 24 horas y también el servicio de histopatología, integrado de esta manera: un departamento de anatomía patológica. En noviembre se incian las obras de reconstrucción y adaptación para nuevos quirófanos, salas de expulsión y trabajo de parto, sala de recuperación postoperatoria, laboratorio de análisis clínicos, radiodiagnóstico y salas de internamiento para maternidad y ginecología.
En 1958, se inaugura el departamento de admisión y se amplía el servicio de citología para la detección del cáncer, convirtiéndose en laboratorio de citología exfoliativa. En junio se instala un conmutador de teléfonos con cuatro líneas y 20 extensiones; se construye un aula con quince butacas para la sala de ginecología y se adapta un lugar para salón de actos con cien butacas.
En febrero de 1959, a petición de la Dirección del Hospital y por acuerdo del C. Secretario de Salubridad y Asistencia, se iniciaron las "Jornadas de Fomento de Relaciones Interhumanas", a cargo de la Dirección de Neurología, Psiquiatría e Higiene Mental.
En febrero de 1960 se inicia un servicio de ginecología endocrina. Se planea y se inicia la adaptación de una nueva consulta externa en el frente del hospital; se revisa la planeación anterior, rectificándose parcialmente y terminándose la obra de construcción y adaptación para nuevos quirófanos, salas de trabajo de parto y expulsión, etc.
Para entonces son tres sus actividades fundamentales: ginecología, obstetricia y cancerología ginecológica.
Durante un largo período, el hospital ha sido regido por médicos, no sólo de gran capacidad profesional, sino también didáctica, ya que el antiguo Hospital Morelos fue siempre escuela de obstetricia, de ginecología y de cirugía abdominal y vaginal. Algunos de los hombres que contribuyeron a la creación de esta escuela, fueron los doctores Adrián Quirós Rodiles, Francisco Reyes, Carlos Aguirre, Julio Bejarano y otros.
En 1963, al desaparecer el antiguo Hospital de Burócratas, parte del personal que laboraba en esa institución pasó a formar parte del Hospital de la Mujer.
En marzo de 1966, se clausuró el antiguo Hospital de la Mujer, sito en la avenida Hidalgo número 42 y se trasladan enfermeras e instalaciones al edificio que actualmente ocupa en Prolongación de Salvador Díaz Mirón número 374. A partir de entonces se inicia una nueva época, acorde con los adelantos de la medicina y de la administración médica.
Son múltiples las actividades para la enseñanza que el hospital presta en este momento y su progreso y rendimiento se encuentran en una fase de paulatino ascenso.
El ideal del cuerpo médico de este hospital es el de convertirlo en un centro piloto, donde la mujer reciba auxilio a sus males físicos y humana protección y consuelo a sus posibles desventuras.
Quizá el Hospital de la Mujer no sea actualmente un centro de atención ultramoderno, pero sí un lugar donde sus médicos dedican el mayor empeño y devoción al bienestar de la mujer y en el que, lo que fue caridad, expresión de la cultura social de aquella época, ejercida por personas o grupos, de manera aparente y no siempre anónima, adquiere en nuestro tiempo una forma más justa y humana, como camino hacia el logro de la justicia social.
Referencia:
Hospital de la Mujer
Secretaría de Salubridad y Asistencia
México, 1974.